El poder de la oración es invaluable, millones de personas alrededor del mundo crecieron con este hábito, desconociendo lo poderosa que es y cómo permite conectar directamente con Dios, buscando su guía y comunicación.
“La oración es un diálogo franco y sincero con nuestro Padre Celestial. Debemos orar a Dios y a nadie más. No debemos orar a ningún otro ser ni cosa hecha por la mano del hombre o de Dios (Éxodo 20:3–5)”, señalan las santas escrituras.
A su vez, agregaron: “Podemos orar siempre que sintamos la necesidad de comunicarnos con nuestro Padre Celestial, ya sea en silencio o en voz alta. A veces necesitamos estar a solas para poder derramar toda nuestra alma a Él (véase Mateo 6:6)”.
Si hoy es de esos días en el que las deudas y los problemas se han apoderado de tu vida, existe una poderosa oración para destruir todos estos males, así la dio a conocer el portal Oración Milagrosa.
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“Amado Dios, hoy me acerco hasta Ti con un corazón humilde, confiado en tu amor y en tu poder infinito. Tú eres mi refugio en los momentos difíciles y mi fortaleza cuando siento que las cargas de la vida son demasiado pesadas.
Señor, en este día pongo delante de Ti todas mis preocupaciones, mis angustias, mis problemas y todo aquello que me impide avanzar.
Padre celestial, en el nombre de Jesús, te pido que expulses de mi vida todo lo que no me deja vivir en paz y plenitud. Aparta de mi camino las deudas, el desempleo, las dificultades económicas y toda situación que me haga sentir atrapado en la desesperanza. Declaro con fe que Tú eres mi proveedor, mi sustentador, el dueño de todo el oro y la plata, y que en tus manos está mi estabilidad y mi futuro.
Señor, dame la sabiduría y las oportunidades para prosperar, abre puertas donde parece que no las hay, guía mis pasos hacia caminos de éxito y abundancia. Sé que no estoy solo, que tu luz me acompaña y que cada día me llevas hacia algo mejor.
Rompe, Señor, toda cadena de escasez, preocupación y estancamiento. Que en mi vida reinen la paz, la provisión y la seguridad de que Tú nunca me abandonas.
Padre amado, expulsa de mi hogar y de mi corazón toda angustia, todo miedo y toda energía negativa. Llena mi mente de pensamientos de victoria, mis manos de oportunidades y mi vida de bendiciones. Que en mi casa haya prosperidad, bienestar, trabajo digno y tranquilidad.
Gracias, Dios mío, porque sé que en este momento, Tú estás obrando en mi favor. Confío en que todo mal se aleja de mi vida y que a partir de hoy, camino en tu luz, en tu amor y en tu bendición.
En el nombre poderoso de Jesús, Amén.”
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