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Salmos para pedir sanación y recuperación de personas hospitalizadas

La oración hacia un familiar o conocido que está en el hospital es aquello que podemos hacer esperando la sanación de esa persona.

Karen Dayann Bermúdez
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Hombre orando por una mujer en cama.
La enfermedad es uno de los retos más dolorosos que puede enfrentar una persona, especialmente cuando es un ser querido que se encuentra en una cama de hospital; son momentos de sufrimiento para familiares y amigos, que se sienten impotentes ante la incertidumbre. En ese momento de angustia, las personas recurren a la oración buscando consuelo en la fe; muchos buscan esperanza en las Escrituras, especialmente en los Salmos, que ofrecen un refugio de confianza en esos momentos.

Los Salmos han sido durante siglos una fuente de fortaleza para aquellos que atraviesan momentos difíciles, ya sea por enfermedad, dolor o angustia. Para los creyente, allí se encuentra un sentimiento de esperanza, promesas de protección y sanación, además de un acercamiento a Dios en busca de refugio. Los Salmos se convierten en una poderosa herramienta, ya que son textos que no solo expresan la necesidad de sanación física, sino también de restauración emocional y espiritual.

Salmos para pedir por una persona hospitalizada

Bibliaon, un portal religioso, brinda algunos salmos que se pueden hacer en oración para conseguir la sanación de una persona que está hospitalizada:

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“Tenme compasión, Señor, porque desfallezco; sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos. Angustiada está mi alma; ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo? Vuélvete, Señor, y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo!

El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mi oración.”

“El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia por amor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no temo peligro alguno porque tú estás a mi lado; tu vara de pastor me reconforta.”

“A ti clamo, Señor, roca mía; no te desentiendas de mí, porque, si guardas silencio, ya puedo contarme entre los muertos. Oye mi voz suplicante cuando a ti acudo en busca de ayuda, cuando tiendo los brazos hacia tu lugar santísimo.

Bendito sea el Señor, que ha oído mi voz suplicante. El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias. El Señor es la fortaleza de su pueblo, y un baluarte de salvación para su ungido.”

“El que vive bajo la sombra protectora del Altísimo y Todopoderoso, dice al Señor: «Tú eres mi refugio, mi castillo, ¡mi Dios, en quien confío!» Solo él puede librarte de trampas ocultas y plagas mortales, pues te cubrirá con sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te protegerá como un escudo!”

Por su lado, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, ofrece uno de los salmos más poderosos para hacerlo y suplicar por dicha persona:

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Salmo 41

Salmo mesiánico de David. Bienaventurado el que piensa en el pobre.

1. Bienaventurado el que piensa en el pobre;

en el día malo lo librará Jehová.

    1. Jehová lo guardará, y lo mantendrá con vida y será bienaventurado en la tierra;

y no lo entregará a la voluntad de sus enemigos.

    1. Jehová lo sostendrá en el lecho del dolor;

ablandará su cama en la enfermedad.

    1. Yo dije: Oh Jehová, ten misericordia de mí,

sana mi alma, porque contra ti he pecado.

    1. Mis enemigos hablan mal de mí, preguntando:

¿Cuándo morirá y perecerá su nombre?

    1. Y si alguno viene a verme, habla mentira;

su corazón recoge para sí iniquidad,

y al salir fuera, la divulga.

    1. Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;

contra mí traman el mal, diciendo:

    1. Una pestilencia se ha apoderado de él;

el que cayó en cama no volverá a levantarse.

    1. Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,

alzó contra mí el calcañar.

    1. Mas tú, oh Jehová, ten misericordia de mí y hazme levantar,

y les daré su pago.

    1. Por esto sé que te complaces en mí,

en que mi enemigo no cante victoria sobre mí.

    1. En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,

y me has hecho estar delante de ti para siempre.

    1. Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,

por los siglos de los siglos. Amén y Amén.”

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