Por supuesto la boda es el momento más especial de toda pareja, pues es el día que sellan su unión dando el sí en el altar y prometiéndose amor por siempre.
Hay varios detalles característicos del matrimonio que hacen de este un momento único y especial, entre ellos el vestido blanco de la novia, el velo, las damas de honor, pero si existe algo que simboliza esta importante unión, no solo el día de la boda sino el resto de vida son las argollas.
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La historia del anillo de matrimonio data en la época e la civilización del antiguo Egipto, donde la costumbre era que las mujeres casadas llevaran un aro circular de oro en el dedo anular de la mano izquierda en el que su forma redonda representaba la eternidad en el amor, un ciclo sin principio ni fin.
Con el paso del tiempo esta tradición ha ido cambiando pues hoy en día los materiales en los que estos son realizados abundan, sin embargo, lo que no cambia es que este vaya puesto en el dedo anular.
Existen varias leyendas que intentan dar respuesta a esta tradición; una de ellas es que el anillo de matrimonio va en el dedo anular porque en este dedo tenemos una vena que va directo al corazón.
Otra de las teorías va relacionada con la filosofía china, en la que, según señalan, los dedos de la mano representan a cada miembro de la familia como lo son los padres, hermanos e hijos.
Según esto, los pulgares representan a los padres, el índice a los hermanos, el dedo medio a nosotros mismos, el anular el matrimonio y el meñique a los hijos.
Sin embargo, esta representación esta basada en un ejercicio que demuestra que al juntar todos los dedos de las manos y doblar el de la mitad, los únicos dedos que no se pueden separar son los anulares.