La mayoría de los amantes de esta época, por ejemplo, cierran el último día de diciembre con una cena familiar en donde agradecen las cosas que vieron durante esa temporada y le dan la bienvenida a los siguientes 365 días del año.
Para recibir con todas las de la ley el nuevo lapso temporal y cumplir todas sus metas, algunas personas consumen 12 uvas el 31 de diciembre. Por cada unidad ingerida, se puede pedir un deseo para que se haga realidad durante el año.
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Este presagio, en el caso de los colombianos, se ha mantenido más vivo que nunca con el pasar de los años, pues las familias se han cargado de heredarlo como una de las costumbres infalibles de este festejo.
Aunque muchas personas la ponen en práctica, aún desconocen el peculiar origen de esta tradición. Por eso, aquí te dejamos dos posibles teorías que pueden explicar el nacimiento de este agüero.
La primera hipótesis se remonta, según el libro indicado, en el año 1880, donde la clase burguesa española comenzó a imitar de forma burlesca a los franceses. La mofa se basó en ingerir uvas y beber vino burbujeante durante las celebraciones, simulando la forma en que lo hacían las personas provenientes de la Ciudad de la Luz.
“Poco tiempo después, esta costumbre fue adoptada por ciertos madrileños que iban a la Puerta del Sol para oír campanas de la medianoche y, muy probablemente con ironía o como burla, comer uvas al igual que la clase alta”, añadió el escritor en un artículo para la radio norteamericana ‘NPR’.
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La segunda conjetura que plantea Koehler se origina en el año 1909. Durante esta época, según la entidad informativa ‘BBC News’, “los productores de Alicante, en el sureste de España, tuvieron una cosecha excedente de uvas blancas de la variedad típica del lugar, llamadas Aledo”.
Para vender toda la recolección de estos frutos, los vendedores inventaron una forma original de ofrecerlas a sus clientes y las catalogaron como las conocidas “uvas de la suerte”. Esto con el fin de no perder la cosecha y poder subastar la mayoría de la mercancía.