Lucía vivía junto a sus primos Francisco y Jacinta Marto en el pueblo de Aljustrel, en Fátima. El 13 de mayo de ese año, la virgen se presentó por primera vez ante estos tres niños y les dijo que volvería durante los siguientes 6 meses en el día número 13 a la misma hora.
En su segundo encuentro, la Virgen de Fátima le hizo saber a los pequeños que dos de ellos morirían y uno viviría para revelar al mundo su testimonio sobre las apariciones. La tercera vez que se encontraron fue el 13 de julio, ese día a Lucía se le confesó un secreto y ella, en medio del miedo que sintió, pronunció con fuerza el nombre de la virgen, tras su grito sonó un fuerte trueno y la visión se terminó.
Para el día en el que se daría la cuarta aparición, los tres niños no alcanzaron a llegar a Cova da Iria porque el administrador de Ourém los detuvo. Por esta razón, el encuentro tuvo que darse dos días después en Valinhos.
El 13 de septiembre se vieron de la misma manera que los meses anteriores. Finalmente, durante el 13 de octubre, en su última aparición, quienes estaban en el lugar presenciaron algo que llamaron el “milagro del sol”, en donde vieron danzar a esta enorme estrella.
Como ya lo había predicho la virgen, Francisco y Jacinta murieron por la pandemia de la gripe española en 1918. Por su parte, Lucía se convirtió en monja y 18 años después de las apariciones plasmó su testimonio en el papel, sin embargo, estos escritos fueron ocultados por mucho tiempo.
El 13 de octubre de 1930, el Obispo de Leiria proclamó las apariciones de la Virgen de Fátima como verdaderas.