Según diversos estudios, 60 minutos más o 60 minutos menos pueden marcar una diferencia abismal en distintos aspectos de la vida. En lo que a cansancio se refiere el peor de los cambios horarios no es el que está por llegar este fin de semana, sino el de verano —con él perdemos una hora de sueño—, pero el de otoño también tiene sus inconvenientes: retrasar una hora el reloj hace que perdamos una hora de luz de un día para el otro. “A nivel psicológico es peor el de otoño, ya que empeora el estado de ánimo”, explica Marta Caldero, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
La alteración del ciclo
La luz es una pieza clave para el correcto funcionamiento de los ritmos circadianos, es decir, nuestro reloj biológico. Gracias a ella nuestro cuerpo es capaz de producir melatonina, “un neurotransmisor que regula nuestros ciclos de vigilia y sueño, y nuestro estado de ánimo. Cualquier alteración —como el cambio horario, el jetlag de un vuelo o los cambios de turnos en el trabajo— puede hacer que su producción se reduzca y afecte a nuestras emociones”, indica la experta.
El tratamiento: un poco de sol y 24 horas para adaptarse
Pero no hay que ponerse en lo peor, este trastorno solo afecta a ente un 1% y un 10% de la población. Para la mayor parte de las personas los coletazos del cambio de hora no suelen durar más de un día: “Aunque no es exacto, el cálculo es que por una hora de cambio, nos cuesta adaptarnos 24 horas”, afirma Caldero. Y existe una serie de actividades que podemos llevar a cabo para hacer más sencilla la adaptación.
Tranquilos, no es necesario adelantar una hora la alarma para recuperar la hora de luz que nos va a comer la noche. La clave está en conseguir que nuestro cuerpo no fabrique menos melatonina, por lo que la experta recomienda optar por actividades al aire libre en las que podamos disfrutar de la luz natural y tomar un poco el sol: hacer deporte, dar un paseo con amigos o familia. Y otro consejo, evitar usar el móvil antes de dormir, ya que “la luz azul que emite confundirá a nuestro cerebro, lo hará producir el neurotransmisor en horas a las que no corresponde y hará que nos cueste mucho más dormir”, concluye Caldero.
En: BuenaVida / ElPaís.com