Una encuesta revela que la mitad de ellos no lo consideran un engaño, por el 73% de las mujeres, que también son más estrictas con otras conductas.
Dolor de cabeza y arrepentimiento. Así te sientes por la mañana después de un beso furtivo con tu compañero de trabajo. La culpa no te ha dejado dormir. No te entra ni el café. Estás felizmente casada y amas a tu pareja, te preguntas por qué te dejaste llevar. Te inunda una sensación de vergüenza mientras la escena se repite en tu cabeza una y otra vez. ¿Cómo vas a afrontar la situación? Comienzas a buscar otro empleo. Quieres desaparecer, borrarlo todo. Que te trague la tierra. Mientras, el compañero que con la euforia del ascenso te soltó aquel beso, se ha levantado temprano, le ha dado los buenos días a su mujer, ha salido a correr, se ha duchado, desayunado y marchado a trabajar.
Te reconfortará saber que no estás sola, y mucho menos loca, por pensar que esa entrega de labios es una infidelidad. Y él tampoco es un bicho raro por pensar lo contrario (aunque tampoco es que todos los novios sean infieles). Solo eres el ejemplo viviente de los resultados de una encuesta que la Universidad de Sunderland, en Reino Unido, ha hecho recientemente para la BBC. El sondeo ha revelado que un 73% de las británicas opina que un beso en la boca fuera de la pareja es engañar, una idea que solo comparte el 49% de sus compatriotas varones.
Y no es el único dato que muestra las marcadas diferencias entre los sexos. Un 80% de las mujeres tuvieron claro que el sexting -el envío de mensajes de contenido sexual explícito por teléfono- cuenta como cuernos, por el 38% de los varones. Y, mientras un 50% del espectro masculino tampoco consideró un engaño pagar para ver un espectáculo picante a través de una cámara web, un 75% de ellas opinó que eso rompe las reglas. Así las cosas, ¿en qué quedamos? ¿Podemos ponernos de acuerdo en qué es exactamente la infidelidad?
Cuando hay sexo de por medio la cosa está bastante clara: son cuernos en toda regla. El 94% de las mujeres encuestadas y el 89% de los hombres llamaron infidelidad al hecho de que su pareja mantenga relaciones sexuales con otra persona. La confusión llega cuando hay que sopesar cómo afectan los enganches emocionales. Puede que la pasión sin contacto físico solo pueda considerarse como unos cuernos “pequeñitos”, pero no hay que pasar por alto que la herida que produce un asta afeitada puede provocar aún mayor desgarro que el engaño explícito. Sobre todo a las mujeres.
Es la conclusión principal de un estudio de la Universidad de California sobre la percepción de la infidelidad, en el que participaron 64.000 adultos. Tras bucear en la mente de los voluntarios, los investigadores vieron claramente que a ellos les duele más el sexo en el que no han participado, mientras que para ellas la traición emocional es una herida más profunda. Ninguno de los dos conceptos de infidelidad es mejor o peor que el otro, son distintas maneras de afrontar la experiencia. Lo importante es la disposición de cada cual para pasar página.
El psicólogo Miguel Hierro explica que ser capaces de perdonar unos cuernos, de vivir como una pareja que tiene una infidelidad en su historia, dependerá mucho de las características del episodio. Si es puntual o prolongado en el tiempo, si obedece a un impulso o hay una clara planificación e intención de engaño, si es una relación platónica o incluye contactos sexuales… “Cuanta mayor premeditación, duración, frecuencia y sexualidad haya, mayor será la sensación de engaño y mayor será la dificultad de convivir con esa experiencia”, dice el experto.
La encuesta que publicó la BBC indica que el 94% de las mujeres y el 89% de los hombres ven cuernos en los encuentros carnales.
En: Buena Vida – elpais.com
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