Son un alimento vital para una dieta de calidad. Son ricos en grasas del 30 al 60% de su composición, especialmente en ácidos grasos mono y poliinsaturados, como el omega 3. También aportan una gran cantidad de proteínas, fibra, vitaminas, minerales y compuestos bioactivos con potencial antioxidante. Pero partiendo de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, estos aportan de 2.000 a 2.500 kilocalorías por día.
El aceite de oliva es la base de la dieta mediterránea y un componente clave en la prevención de enfermedades cardiovasculares, pero la barra libre del oro líquido conduce al aumento de peso. Uno de los hábitos que se nos puede pasar por alto es el aceite de oliva; una cucharada contiene ¡100 calorías!.
A muchos nos da el antojo de una galleta para merendar, o algo dulce después de comer. Es normal. Lo malo es pensar que podemos encontrar la manera de incorporarlas a la dieta, y que sustituir una palmera de chocolate por una galleta tipo digestive con chocolate negro podría ser un paso en la buena dirección.
Al mismo tiempo que crece la conciencia del consumidor, los probióticos son cada vez más populares y tienden a representar uno de los mercados de alimentos funcionales más grandes. Y los productos lácteos, en particular el yogur, siguen siendo los vehículos más importantes para la entrega de bacterias probióticas al consumidor.