1. Buscar la dieta saludable con el mínimo esfuerzo abre las puertas a los “falsos amigos”, esos alimentos cuyo envoltorio o presentación sugieren que no engordan aunque se coman a manos llenas. Pero, al final, muchos de ellos nos enchufan bastantes más calorías, azúcares y grasas de las que creemos. Si eres de esas personas que llenan la despensa de alimentos ‘light’, convencidas de estar a salvo de los michelines, tenemos malas noticias.
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2. Añadir el símbolo 0% M.G. (abreviatura de “materia grasa”) en el envase de un lácteo es uno de los reclamos más potentes, por mucho que la mala fama de la leche entera puede ser inmerecida. Consumirlo no es un problema en sí mismo, “de hecho, es una opción adecuada para la población general”, dice el dietista-nutricionista.
3. Ensaladas envasadas:
El aliño y los complementos suelen ser el tentador pecado de las ensaladas listas para el consumo: costrones, cebolla frita, tiras de bacon. Por no hablar de esas salsas deliciosas, con suficientes calorías como para hacer una prueba ciclista de montaña en pleno verano. “En principio, las ensaladas son una opción muy saludable y facilitan el consumo de verduras.
4. Pan sin miga
Si eres de los que sustituye la rebanada de pan por colines o biscotes, replantéatelo. “El pan sin miga tiene más energía que el pan fresco debido a que apenas contiene agua”, y la receta suele incluir algún tipo de grasa vegetal (normalmente, aceite de girasol o de palma). “No es el caso del pan tipo wasa, hecho con una mezcla de harinas, granos y semillas (de trigo integral, centeno, avena…) y menos calórico que un biscote.
5. Disfruta el sushi
Para compensar el fuerte sabor del pescado, al arroz se le añade azúcar, lo que, a los ojos de Moñino, tampoco merece la descalificación. “En el marco de una alimentación saludable no es un problema, ya que las cantidades que se suelen comer de forma habitual de esta preparación no son elevadas.