El mensaje nunca llegaba, excepto en aquellos momentos, en los que él la buscaba, porque la necesitaba, no la quería solo la disfrutaba.
Él tenía muy buen sexo, ella soñaba con que le hiciera el amor. Así pasaron los años, él nunca la eligió, aún así ella le espero.
Simplemente quiero más, se decía a sí misma. Un día ella borró el número, se levantó, dejó de contestar, se dio cuenta que no perdía nada, excepto ese personaje de fantasía.
Rubén, era el hombre de sus sueños solo en su mente, por eso al abrir los ojos se topaba con la soledad y el dolor de un amor fallido.
Simplemente dejó de contestar, dejó de esperar, se decidido a avanzar, lloró. Sofía sabía que no perdía nada.
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