En 2015, después de realizarse una doble mastectomía por el riesgo al cáncer, Angelina Jolie hacía pública con una carta abierta en The New York Times su decisión de someterse también a una extirpación de ovarios y trompas de falopio.
“Es una cirugía menos compleja que la mastectomía, pero sus efectos son más graves. Lleva a la mujer a una menopausia forzada. Así que me he estado preparando física y emocionalmente, discutiendo opciones con médicos, investigando medicina alternativa y mapeando mis hormonas para el reemplazo de estrógenos o progesterona”, escribía la actriz y activista.
Lo que Jolie exponía a sus entonces 39 años es que se había estado preparando para atravesar la menopausia precoz, que se da alrededor de la treintena y hasta los 45 años aproximadamente la edad media a la que se alcanza la menopausia común en nuestro país es a los 49.
“Sofocos de día y de noche, que pueden aparecer antes incluso de que cese la función de los ovarios, y consecuencias asociadas a estas como la falta de sueño, de concentración y rendimiento o las molestias y la sequedad en la zona genitourinaria, que puede dificultar las relaciones sexuales.
Así como un aumento de los riesgos cardiovasculares o de osteoporosis”, son algunos de los síntomas que advierten de la llegada de la menopausia, explica la doctora María Jesús Cancelo Hidalgo, Jefa de Servicio de Ginecología del Hospital de Guadalajara y secretaria de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia.
También, “ansiedad y depresión de intensidad variable”, añaden desde la AEEM y “ganancia de peso, redistribución de la grasa corporal, atrofia vaginal o disminución del deseo erótico”, como suma la Doctora Elena Requena, médica de familia y sexóloga.
“Cuando aparece ya pasados los 40, la vivencia es más temprana de lo esperado, pero no suele suponer un gran terremoto para la mujer, el problema es mayor cuando aparece en mujeres más jóvenes o con expectativa reproductiva”, señala la ginecóloga.
“Estas que quieren tener su vida igual que sus amigas (sus reglas, hijos…) y es importante que entiendan bien cuál es el proceso por el que se ha producido eso e intenten que con el tratamiento su vida sea lo más parecida a ello”. Como explica la doctora, con el tratamiento hormonal que se prescribe en estos casos, las mujeres pueden incluso seguir teniendo sus reglas.
“Los hábitos de vida saludable junto a las terapias para controlar los síntomas cuando aparecen, permiten tener una buena calidad de vida tras la menopausia”, apuntan desde la AEEM. “Cuidar la salud cardiovascular y los huesos: haciendo ejercicio, con un buen consumo de calcio, evitando tóxicos como el tabaco y el alcohol y planteando (siempre con la ayuda de profesionales) la sustitución de lo que los ovarios no producen con la terapia hormonal“, son las recomendaciones de María Jesús Cansado Hidalgo.
Naturalizar la menopausia
Afrontar el cambio de etapa es diferente para cada mujer, pero la necesidad de combatir los estigmas asociados a la menopausia, como la creencia de que esta es sinónimo de vejez y la vejez como la etapa en la que, tradicionalmente, las mujeres dejan de existir a ojos de la sociedad- o de la falta de deseo erótico, persisten.
“Muchos de estos presupuestos tienen que ver con cómo se percibe socialmente a la mujer una vez que ya no puede tener hijos. Ocurre que esto se señala como una falta de valor y la mujer puede comenzar a experimentar sentimiento de devaluación y afectar a su autoestima”, explica la doctora y sexóloga Requena.
“Esto, unido a los cambios físicos, puede dar como resultado una disminución del deseo erótico, no como fruto de la menopausia en sí, sino como resultado de la presión social y el cambio de rol y estándar físico de la mujer. En consulta vemos cómo las mujeres al llegar a esta etapa se sienten más inseguras respecto a su cuerpo y esto repercute en su vida erótica, dependiendo a su vez de la autopercepción previa.
Desde a las que no les importan en absoluto estos cambios y siguen sintiéndose bien y activas en cuanto a deseo (con el añadido de no tener que preocuparse por la anticoncepción) a las que, en un porcentaje nada desdeñable, comienzan a sentir a que ya no son atractivas o deseables por sus parejas”, expone Elena Requena.
Además de la ruptura de estos estigmas que hacen daño psicológico y emocional, las expertas consultadas subrayan la necesidad de naturalizar este proceso, de que haya información sobre él, que se entienda que no es una enfermedad, y su conocimiento sobre cómo cuidarse frente al cambio. “Igual que cuando tenemos nuestra primera menstruación lo vivimos como un hito no patológico y natural en nuestra vida, debemos percibir este otro hito como tal”, dice Requena.