Fue la edad que repitió una amplia mayoría de estos profesionales cuando se les preguntó por ese momento de empezar a dejarles solos en casa durante al menos cuatro horas.
De acuerdo con un informe de la Asociación Española de Pediatría, esos 12 años dan al menor la capacidad de pensar y de buscar alternativas para solucionar problemas, pues tienen una mayor independencia.
La maduración biológica e intelectual de nuestros pequeños supone cambios en la esfera psicosocial, donde los adultos, que han jugado un papel determinante en el modelado y el control de su conducta infantil, ceden un protagonismo cada vez mayor.
Sin embargo, no todos los niños evolucionan igual ni todos perciben del mismo modo las consecuencias de sus actos. Unos se llenan de temores, mientras que otros son incapaces de dejar atrás su espíritu travieso y actúan de una forma incontrolable.
A la hora de decidir, se recomienda tener en cuenta la personalidad del niño, la edad, el tiempo de ausencia del adulto, la seguridad del entorno y su capacidad para pedir ayuda en caso de que fuera necesario”, señala Laura Rojas Marcos, doctora en psicología clínica y de la salud.
En: ElPaís.com / BuenaVida