El 96% de la ciudadanía, además, relatan haber sentido estrés en algún momento del día. Estamos viviendo bajo el yugo de la idea de la reina roja: para mantener el status quo global tenemos que avanzar sin freno en conjunto. Como Alicia en la novela de Lewis Carroll, vamos corriendo el doble de rapido para quedar siempre en mismo sitio junto al rival.
La revolución digital nos prometió que la robotización nos llevaría a la automatización en nuestro entorno laboral y dibujaría un universo de ventajas en términos del disfrute y ocio personal.
Después de varios años aún continuamos normalizando el contestar mails y mensajes de trabajo los fines de semana, el 54% de los asalariados trabaja los sábados, donde nos inventamos palabras en inglés para nombrar trabajos de pobres, y donde el 27% de los ciudadanos hace una jornada de más de 10 horas al día.
Una sociedad que se ve obligada a estar presente para sus jefes en todo momento más allá del horario de oficina y donde el único privilegio es dejarse correos electrónicos sin contestar. Algunos de estos datos y anécdotas se recogen en Kómoda: la vida sin fuelle, un documental que busca un diagnóstico a las causas de la apremiante fatiga social y trata de ofrecer respuestas a una sociedad quemada.
El film, dirigido por Douglas Belisario y conducido por Nicolás Coronado, está producido por la consultora Torres y Carrera en colaboración con la productora Milana Bonita.
La cinta viene acompañada, además, de un estudio de la consultora de comunicación realizado a 1.500 hombres y mujeres durante el pasado mes de febrero en el que se concluye que cuatro de cada diez colombianos se siente cansado a diario y el 47% atribuye al trabajo el motivo por el que se siente agotado.
“Se vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede”, dijo en su charla en el CCCB. Si no llegamos en este nuevo paradigma, donde el presentismo y la hiperconexión laboral nos asaltan a cualquier hora de la semana, creemos que es nuestra culpa.
El documental Kómoda va un paso más allá en esta ansiedad por la productividad a toda costa y pone sobre la mesa el fantasma del karoshi: el vocablo japonés que se popularizó en los 80 y que designa a la muerte por exceso de trabajo.
Hace unos meses el karoshi volvió a la palestra mediática tras el suicidio de una joven publicista deprimida (había superado las 130 horas extra mensuales) y el país ha decidido ponerse las pilas y actuar frente a una epidemia de insomnio. Más allá de los devastadores efectos sociales y personales, el gobierno japonés ha estimado las pérdidas provocadas por la de falta de sueño en 138.000 millones de euros.
El cansancio
En Colombia la gente tampoco duerme. Según el estudio de la consultora, el 51,9% de los encuestados cree que la mala calidad del sueño o la falta de éste es la causa responsable de su cansancio. Una sensación más acusada para las mujeres (el 57,5%).
Kómoda también explora la brecha de cansancio entre géneros más allá de las diferencias salariales y se apoya en las consecuencias psicológicas y físicas de la carga mental femenina: cuando el conjunto de tareas que atañen a la labor de planificación, organización y toma de decisiones en el hogar recaen sobre la mujer y ésta las suma a las de su jornada laboral.
El trabajo no remunerado ese que equivaldría a 28 millones de empleos tiene agotadas a las mujeres. El film recuerda la teoría de la investigadora y premio Nacional de Sociología María Ángeles Durán: si se reconociesen las tareas doméstica, estas representarían un 55% del PIB nacional.