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¡No lo puedo creer! ¿Por qué a mí?

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Hay momentos de la vida que nos ponen frente a situaciones muy fuertes de crisis, ante un cambio importante en nuestra vida afectiva, laboral, económica, social, etc.

De un momento a otro, las cosas cambian y nuestra expresión es “no lo puedo creer”, “¿por qué a mí?”, y entramos en un conflicto emocional que nos hace desencantarnos de la vida, y nos hace experimentar dolores agudos y frustraciones profundas.

Algunas cosas no han salido bien, te invito a leer este otro tema: https://rafaelramoscr.com/desarrollo-personal/herramientas-para-transformar-heridas-emocionales-en-fortaleza/.

Pero si te das la oportunidad de pensar en esto con calma, a fondo, es posible que te des cuenta que lo que está pasando es el resultado de tus buenas o malas decisiones, es el resultado de lo que has hecho o de lo que has dejado de hacer.

Quedarnos en el “no lo puedo creer” ¿por qué a mí? Lo que va a provocar es un círculo de percepciones negativas, dramáticas, tristes, dolorosas, que no te van ayudar a encontrar soluciones, si te descubres como el responsable de lo que está pasando, así que nada de culpa, nada de tristeza ¡tenés que resolverlo!

Para poder resolver una situación:

  • Primero tenés que dejar de culpar a los demás.
  • Segundo tenés que sentirte responsable de lo sucedido.
  • Tercero tenés que buscar orientación para buscar una solución.
  • Cuarto tenés que medir el alcance de las consecuencias negativas de lo que está pasando.
  • Quinto hacer un plan y ajustarte a la restructuración.
  • Sexto evaluar nuevas posibilidades.
  • Sétimo confiar en tu capacidad de aprendizaje y permite modificar todos los hábitos y conductas que te pusieron en esa posición.

Quedarnos en la negación, en el conflicto emocional, simplemente hacen que las cosas se compliquen.

Sé que no es fácil, pero no podés andar por la vida diciendo “no lo puedo creer”, cuantos somos copartícipes y corresponsables de cada situación que nos pasa en la vida, ante un cambio que nos entristece, surge la valentía, la prudencia y la sabiduría, que nace cuando abrimos nuestra cabeza a escuchar y dejarnos dirigir para poder resolver y salir adelante.

Dr. Rafael Ramos

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