Una emoción compleja dentro de una relación de pareja es la frustración que se provoca por múltiples cosas:
- La frustración como resultado de la ausencia de diálogo, que hace que las cosas no se resuelvan, desilusiona de forma continua.
- La imposibilidad de encontrar acuerdos, porque alguno de los dos o ambos, se concentran en pelear y discutir en lugar de proponer y resolver.
- Las actitudes negativas que no contribuyen en nada a que haya una calidez y cercanía en la relación.
- La falta de iniciativa desgasta cuando hay uno que propone y el otro se indispone con alguna frecuencia, uno de los dos o ambos, viven en clave de no, ni pica la leña, ni prestan el hacha.
- La falta de atención afecta la comprensión, lo que impide una comunicación positiva.
- Cuando todo nos da igual, la frustración se fortalece, la motivación se debilita.
- Cuando se te olvida darle un lugar importante en tu agenda a tu pareja y es la prioridad número 30 la frustración forma parte del día a día.
- La indiferencia que te lleva a ser distante y complicado, no aporta nada.
- La incapacidad de reconocer errores, decir perdón, me equivoqué, lo siento, nos hace incapaces de plantear propuestas y provocar discusiones sin sentido.
En fin, razones por las que la frustración se fortalece son muchas, pero son el resultado de nuestras actitudes, decisiones y acciones.
- Se te olvida que amar es proponer, hacer, contribuir.
- Amar es buscar escuchar, tratar con respeto a tu pareja.
- Amar es darse la oportunidad de estar siempre dispuesto a mejorar, tanto a nivel personal como nivel de pareja.
Si la frustración se convierte en la tónica de la relación, esta emoción desplaza al amor, se debilitan las bases y fragmentan el por qué y el para qué estamos juntos, convirtiéndonos en dos islas separadas, por un océano de emociones revueltas, que en nada contribuyen al amor.
Dr. Rafael Ramos A.